MALDAD
DE CORAZÓN
Juan
José Bocaranda E
A mi apreciado
amigo Ramón Volcanes
En
un pequeño pueblo del municipio de…del Estado de…en la cordillera de…vivía un
médico cardiólogo, dueño de la casa más larga, más ancha y más profunda de la
comarca y de mucho más allá de la comarca, a la redonda. Por sus dimensiones y
colores brillantes, llamaba la atención aun de quienes en lugar de entrar al
pueblo, pasaban de largo por la carretera lejana.
El
médico, cuya petulancia y vacuidad eran más grandes que la propia quinta, le
asignó un nombre original y sonoro: la llamó la “Quinta Porra”, que halló eco
hasta en los cuentos para niños, de Christian Andersen, los Hermanos Grimm y
otros…
Vecino
inmediato del doctor Lacónico era un señor de apellido Volcanes, agricultor
humilde, callado, respetuoso, trabajador y cumplido. Estaba casado con una
mujer de nombre Teodora y tenían un pequeño
hijo, Jesús, muy parecido al padre, casi en todo…
Lacónico
presionaba en forma insistente y por todos los medios a Volcanes para que
–“sencillamente”- armara sus petacas y se marchara del terreno que ocupaba como
dueño, incluyendo la humilde vivienda.
Una tarde, Lacónico entró
abruptamente a la oficina del Juez local, Leopoldo Sandoval:
-¡Doctor, Doctor! Casi me matan.
Vengo de donde Volcanes, porque quería hablar con él, pero quien me salió fue su mujer, con un machete.
Me persiguió y si me alcanza me mata,
El médico temblaba, mirando
al juez con ojos espantados, trémula la voz.
-¿Cuál fue la causa? ¿Por
qué lo persiguió la señora?
-Porque no quieren
entregarme el terreno…el terreno que está al lado de mi quinta. Yo quiero ese
terreno, para ampliar mi jardín.
-¿A quién pertenece el
terreno? ¿Es Ud. el propietario?
-No, el propietario es
Volcanes, pero no quiere marcharse de allí.
-¿Por qué debe marcharse y
dejarle el terreno a Ud?
-Porque yo lo quiero así, yo
lo necesito.
-Luego ¿Ud. pretende que
Volcanes renuncie a su derecho para complacerlo a Ud.?
-Sí, doctor, porque yo
necesito ese terreno.
-Ah, Lacónico, con razón la
mujer lo persiguió con un machete. Yo hubiera hecho lo mismo, sólo que yo sí lo
hubiera alcanzado y lo hubiese dejado sin cabeza, que es lo que merece un abusador
como Ud.…
-¡Cómo puede decir esas
cosas? Es un delito. Ud. debe dar el ejemplo. Es el juez
-Y Ud. es médico,
profesional universitario, y también debe dar el ejemplo, de buen
comportamiento, de buen ciudadano, de consciencia humana. ¿Ud. no tiene
criterio claro de las cosas? ¿Cómo pudo graduarse de médico? ¿Cómo no entiende
que si Volcanes tiene el derecho de su parte, Ud. no puede arrebatárselo sólo
porque necesite el terreno? Usted es estúpido y cínico.
El cardiólogo guardó silencio…Luego se marchó,
cabizbajo.
Al día siguiente se aparece en la oficina del Juez
Sandoval el doctor Bastardo, juez de otro municipio.
-¡Hola! Te invito a dar un pequeño paseo por el
pueblo. Quiero decirte algo…
Aunque extrañado, Sandoval acepta. Pero, en lugar de
dar unas vueltas por el pueblo, el juez Bastardo lo lleva directamente a la casa de Volcanes, quien está
con el médico.
Sin preámbulo, Bastardo se dirige a Volcanes y le
advierte:
-El doctor Lacónico necesita ampliar su quinta. Ud.
debe entregarle el terreno y marcharse de aquí…¿Verdad, doctor Sandoval?
-¡Pues no!,- le responde el juez Sandoval- Volcanes
no se irá. El es el propietario del terreno. Podrá marcharse si el doctor
Lacónico le paga lo justo. Y, Ud., Volcanes, pase ahora mismo por el tribunal,
que debo hacerle una sugerencias. Lo voy a orientar.
-¿Lo llevo
para el tribunal, doctor Sandoval?- pregunta el hp de Bastardo
-No. Yo voy para el tribunal a pie y Ud. para la mierda
en su carro… Volcanes, lo espero en el tribunal ahora…
Cuando Volcanes, media hora después, entra al
tribunal, el juez Sandoval le dice:
-No entregue su propiedad si Lacónico no le paga lo
justo. ¿Por cuánto estaría Ud. dispuesto a venderle el terreno?
-Por unos 2mil voltios…
-Pues, no. Dígale que se lo vende por 7mil voltios…
-¡!¡7temil???, doctor…Disculpe, pero ¿no le parece
exagerado?
-Sí. Pero hay que saber negociar. Si Ud. le exige
cinco, termina vendiéndoselo por 2mil. En cambio,
si Ud. le exige siete y él lo considera exagerado, Ud. le dice que está
dispuesto a venderlo por 5comil, mínimo…Si no acepta esa cantidad no le venda y
si lo molesta de nuevo, pase por acá, que yo lo ayudaré.
La venta se efectuó con toda regla. Volcanes recibió
cincomil voltios y se mudó con su mujer y su hijo a un lugar cercano, más
cómodo y hermoso. Con el dinero compró una pequeña empresa empacadora de
champiñones y todo le marchó felizmente.
A los tres meses el cardiólogo murió de un infarto.
Cuando Volcanes le dio la noticia al juez Sandoval, le
respondió:
-Ese cardiólogo sufría del peor de los males del corazón:
el egoísmo, que no se cura con pastillitas... Que descanse en paz, si es que los diablos se lo
permiten…
0 comentarios:
Publicar un comentario