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sábado, 1 de agosto de 2015

MEMORIAS DE DIÒGENES. EL PROFESOR DE YOGA





MEMORIAS DE DIÒGENES
EL PROFESOR DE YOGA

Un día llegó al rancho un profesor de yoga a ofrecer sus servi­cios.
Quilón le preguntó si los ejercicios de yoga despertaban el apetito. Bhava -que tal era su nombre de pila- le respondió que, en efecto, así era, pero que había un asana especial, llamado el devi-radrina que contrarrestaba el apetito. Lo había inventado el yogi más pelabolas de la India, con la sola idea de favorecer a los proletarios.
Aquello no nos convenció. Sólo Tales mantuvo el interés, dispuesto a pagar las clases, a condición de que le enseñaran “los asanas necesarios para triunfar en la vida y ser feliz”
Bhava le respondió:
-Lo que Ud. quiere es que le enseñe las “asanas del perfecto halabolas”, es decir, las actitudes que debe adoptar en Grecia todo el que aspire a cargos, recomendaciones, condecoraciones, títulos, diplomas y oros emolumentos  gratuitamente dispensados. Yo no practico esas posicio­nes. Por eso ando por estos basurales buscando alumnos que siquiera me paguen con un poco de pan. Si yo practicara los asanas que Ud. me pide, a estas horas estaría en el  palacio real.
Al escuchar aquello, Tales desistió. Quilón, por su parte, comentó:
-En Grecia, lo que necesitan los pobres no es un maestro de yoga para aprender a recibir golpes, sino un buen instructor en artes marciales, para aprender a darlos.




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