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jueves, 12 de marzo de 2015

MEMORIAS DE DIÒGENES.QUILÓN, VENDEDOR AMBULANTE


MEMORIAS DE DIÒGENES.
QUILÓN, VENDEDOR AMBULANTE

Cada vez más difícil para nosotros despeñar a Quilón para que buscase empleo. Y no podía justificarse más su resistencia. En algunas fábricas estuvo a punto de conseguir trabajo. Pero, se derrumbaba su ilusión porque el jefe de personal, ducho psicólogo, calaba la personalidad de Quilón y lograba comprender, después de intrincados y engorrosísimos estudios, que no era halabolas.

Tampoco consiguió colocación gubernamental, pues carecía de carnet, como no fuera el de filósofo, cuestión realmente in­trascendente para la administración del reino griego

Tomó el negocio de candados. Pero pronto padeció  acoso policial por el atrevimiento de cerrar paso a los ladrones, a favor de los cuales una ley reciente ordenaba dejar las puertas francas.

Quiso vender libros y lápices. Pero el Ministro de Educación le colocó las esposas, “por distribuir cultura sin título académico”. De nada le valió la cédula de ontólogo, pues había caducado y en la Inspectoría de Tránsito se habían negado a imponerle el millo­nésimo sello provisional.

Ya estaba a punto de abandonar la buhonería cuando, después de muchos ensayos y cárceles, se le ocurrió vender preserva­tivos. No supo quiénes lo atracaron y le robaron los condones, pues los requerían -según dijeron- “para violar la Constitución y las leyes sin peligros embarazosos”.





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