MEMORIAS DE DIÒGENES
LOS
EMPINADOS DEL ÀGORA
Yo los aguardo
aquí, frente a mi Tonel. Pero no se acercan. Permanecen lejos, cuchicheando,
sembrando cizaña, despotricando, dándoselas de valientes, sabiondos y
circunspectos.
Son engreídos y
portentosamente aventados. “La” comen a manos llenas…pero, sin embargo, se las
suenan de finos, se acicalan como los cerdos, y en estúpida compensación caminan empinados, como si no quisiesen tocar
el suelo ni con la punta de los dedos…
Se perfuman con profusiòn,
hasta el empalagamiento, y se cepillan con afán sus lustrosas cabelleras, que
gustan dejar libres al sol y al viento, para que les ondeen como banderas.
Se pulen los
zapatones con las tùnicas y hacen uso estruendoso de las escupideras y otros
embudos que portan tras ellos sus esclavos, siempre numerosos, pues, hijos de
metecos venidos a màs, tienen tantos sirvientes cuantas necesidades.
Presuntos
angelicales, sus alas son dos bombonas de gases, que les elevan hasta las nubes
como astronautas desbocados; les provocan risas raras, redobladas y rabiosas, y les aflautan la voz, provocàndoles orgasmos
espirituales de octava generación, pues son fervorosos creyentes y asisten religiosamente
al Templo de Afrodita Pandèmica.
Obviamente, son
hipócritas centuplicados, de aquèllos que fingen desprendimiento de los bienes
terrenales, bajo lo cual arman negocios truculentos y de baja ralea.
Pasan frente a mi
Tonel, pero no miran de frente…sino de reojo…como los cobardes…
Los he retado a
debate, para que discutamos en el Àgora ciertos asuntos de Filosofìa Ramplònica,
que es su especialidad…pero miran hacia otro lado, como si no escuchasen mis
palabras…
Comentan en voz
baja que no se prestan a debatir conmigo, porque no soy filòsofo graduado ni he
escrito longanizas con yodo sudado…no tengo títulos…no tengo rango académico,
carezco de pedigrí intelectual, mi sangre es de color bermejo, y vivomuero en un pote que ayer nomàs fue de
basura…
Ciertamente, lo
admito, no soy un intelectual…sòlo procuro, a falta de cerebro, pensar con el
corazón…
Para ellos soy un
pordiosero devaluado, convicto de
falsificar moneda, a imitación de mi padre, lo cual me granjeò buena fama, pero
también el destierro...
Rehuyen a debatir
conmigo, porque –dicen- no quieren
rebajarse ante mi insignificancia…pretexto bajo el cual ocultan una carga
formidable de cobardìa…porque no tienen
argumentos…
Yo les he enviado
mensajes de incitación, reto y consuelo…y les digo: “vengan al debate…Como mi valer es nulo y
carezco de infusiones acadèmicas y sinapismos protocolares, ustedes podrán
lucirse revolcándome en la derrota y enalteciendo su prestigio…Su camino será
fácil, será fácil su victoria…porque, como Sòcrates, soy un ignorante mas grande que el Boreo”… Pero, no
vienen, no quieren venir, no podrán venir, porque saben que serán derrotados…Y serán derrotados, porque ni ellos
quieren estar con la verdad ni la verdad està con ellos.
En realidad todo para
ellos es pánico. Ostentan cuantiosos títulos académicos…pero saben que si los
venzo en el debate y triunfa mi tesis callejera sobre “La Inmortalidad de los
Engràulidos” (que ellos cubren con una campaña de silencio), tendrán que regresar a las aulas y estudiar
todo de nuevo…, de nada les valdràn sus viejos infolios, tendrán que comenzar por el comienzo, y eso desde ya se les
muestra cuesta pronunciada porque se
sienten viejos…. La vejez les comenzó por el corazón…Lo tienen arrugado, vuelto
una pasa, tanto para altos ideales, como para nuevos comienzos…Temen a los
cambios porque tienen la vida hecha y les atormenta la idea de las
desasosiegos.
De todos modos los
esperarè en el Àgora, sòlo por cumplir, sòlo porque amo la verdad, pero sè,
estoy seguro de que no vendrán…No quieren…no pueden…No vendrán, y eso es para
mì ya es una victoria…
¡!Los Empinados. Jaja…!!
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