LA
VIDA-MUERTE DE LOS PERIECOS
El hecho de vivir en comunidad, y
sobre todo en circunstancias difíciles, màs aun incrementadas por el hambre y
otras necesidades, hace que tarde o temprano afloren las rivalidades existentes
entre los filósofos. Asì sucedió cuando un dìa, a falta de mejores temas, en un
largo intervalo de silencio, dijo Quilòn:
-En
Grecia, los gobiernos han hecho muy poco por los periecos.
Y señaló a Solón, porque, habiendo
podido hacer mucho por los pobres, no había cumplido sino un mediano papel como
estadista y legislador.
Solón admitió que, como Arconte,
había gozado de poderes ilimitados en el Estado de Atenas; y que ciertamente,
no podría negarlo, se había opuesto a las pretensiones del pueblo a un nuevo
reparto de la propiedad territorial, lo cual hubiera precipitado al país en un
caos total.
-Pero no debe olvidarse –agrega-
que ordené la libertad de las personas detenidas por deudas, evitando también su servidumbre, con
lo cual me anticipé a muchas Constituciones del mundo. Igualmente, limité el
ámbito de las leyes de Dracón, reservándolas al campo del derecho penal y
suprimiéndolas del civil...
-Muy bien, Solón -intervino Bias-.
Pero no ocultes que hiciste graduar los derechos políticos en proporción a la
fortuna y que otorgaste los cargos más altos del Estado según la propiedad
territorial, lo cual nada tiene de democrático.
-Con razón quisiste quedarte con
el coroto y proclamarte dictador de Atenas -interrumpió Periandro, a lo que
agregó Quilón:-Y en conchupancia con el Fondo Monetario Internacional, para
convertirte en agente cobrador de la deuda externa en contra de tu propio
pueblo.
Solón, para defenderse, respondió
disgustado:
-Hacer por los periecos más de lo
que hice, hubiese implicado invasiones de la OTAN, alzamientos intestinos,
disidencias, incendio de sembradíos, envenenamiento de las aguas, asesinato de
inocentes y el esparcimiento de la guerra bacteriológica.
Tales, hasta entonces sumido en el
mutismo, dijo:
-Olvidémonos de todo esto; dejemos
a los periecos en sus charcos de
miseria; dejemos que la vida siga adelante; no nos busquemos problemas;
sigamos dedicados a la búsqueda de la verdad esotérica.
Quilón exclamó, con una mezcla de
tristeza y arrechera:
-¡Pobres periecos, que hasta los sabios les tiran tacos en nombre de la
verdad y de la paz!
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