LA GRAN PELOTA
Juan
José Bocaranda E
Hubo
un hombre tan negativo, tan negativo, tan malo, tan malo, tan inconsciente y
detestable, que nadie, nadie, en ninguna circunstancia ni en ningún aspecto
podía afirmar haber encontrado en él ni un mínimo de bondad, ni un miligramo de
buenos sentimientos, ni una micromillonésima de decencia, de justicia, de
modestia, de compasión ni de
generosidad.
Una
noche cenó hasta reventar. Soñó que apareció una pierna gigantesca, provista de
un pie gigantesco, embutido en un zapato enorme. También apareció una pelota
descomunal, negra, asquerosa, maloliente: era de egoísmo. De egoísmo con todas
sus implicaciones, elementos y consecuencias: perversidad, usura, voracidad, vileza, ruindad, petulancia, presunción. El pie le propinó una
patada formidable que la sacó de la galaxia. Los astrónomos la miraron a través
de los telescopios más poderosos del mundo y se llamaban entre sí:
-¿Estás
viendo aquella mierdita pequeñita, pequeñita?
El
hombre se despertó muy alarmado y con un dolor inmenso en el trasero: él era la
pelota.
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