TONELADAS DE DIÒGENES
CINICOS E HIPERCÌNICOS
Mi cinismo nada tiene que
ver con el de estos negros días…. Y si alguien puede hablar de ello con
autoridad moral, es mi persona. Y porque sé de la materia, terminantemente
aseguro que no debe confundirse el cinismo que practiqué, con el de hoy, que es
HIPERCINISMO o desvergûenza a ultranza.
El hipercinismo es una
mezcla inmunda y deshonesta de falsedad sistemàtica, engaño criminoso,
perversidad nefasta, absurda obcecación y descaro evidente, consagrada a fines torcidos, enriquecimiento delictivo
y logro o conservación del poder
político, bélico o económico, sin importar los medios. Nada de lo cual formaba
parte de mi vida pràctica.
Cuando llevé mi filosofía
de renuncia a las cosas de la vida, hasta extremos que la historia ha recogido
sin exageración, no lo hacìa en son de descaro o desvergüenza, sino a título de
reto a una sociedad carcomida por las apariencias, los prejuicios, la estupidez, la pantalla y los acomodamientos.
Si moraba en un tonel, lo
hacia contra aquéllos que llenaban de supèrfluos lujos sus mansiones, mientras
la miseria ladraba fuera, en contraste con la epulónica francachela.
Si vestía harapos,, lo hacia para echar en cara a los “dandies” de esos tiempos, su
afeminamiento y espíritu proclive a la molicíe y la vanidad, y porque deseaba contrastar con la falsedad de quienes
sólo vivían pendientes del cuerpo, mientras dejaban en las sombras la “'nada” su
espíritu.
En síntesis, me mostraba
“cinico', para espanto de los mismos perros, en cuanto retador de una nefasta
realidad, a diferencia de los cinicos de hoy, que no son sino crapulosos
desvergonzados, coparticipes descarados de la degradación, sin sensibilidad a
la critica justa e indiferentes a la voz de la Historia.
Mi cinismo era de
antítesis con una realidad social y política digna de un repudio esencial. El
cinismo de hoy no es de antítesis, sino de fusión con la parte más negra y
podrida del sistema.
Yo era un “perro” rebelde
y socialmente hidrofóbico. Los cinicos de hoy no son sino cerdos que se
complacen en su compatibilidad ontológica con la inmundicia que les es consubstancial.
Mi cinismo era desafío. El
cinismo de hoy es complacencia.
0 comentarios:
Publicar un comentario