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domingo, 13 de diciembre de 2015

TONELADAS DE DIÒGENES. CINISMO E HIPERCINISMO




TONELADAS DE DIÒGENES

CINICOS E HIPERCÌNICOS

Mi cinismo nada tiene que ver con el de estos negros días…. Y si alguien puede hablar de ello con autoridad moral, es mi persona. Y porque sé de la materia, terminantemente aseguro que no debe confundirse el cinismo que practiqué, con el de hoy, que es HIPERCINISMO o desvergûenza a ultranza.

El hipercinismo es una mezcla inmunda y deshonesta de falsedad sistemàtica, engaño criminoso, perversidad nefasta, absurda obcecación y descaro evidente, consagrada  a fines torcidos, enriquecimiento delictivo y  logro o conservación del poder político, bélico o económico, sin importar los medios. Nada de lo cual formaba parte de mi vida pràctica.

Cuando llevé mi filosofía de renuncia a las cosas de la vida, hasta extremos que la historia ha recogido sin exageración, no lo hacìa en son de descaro o desvergüenza, sino a título de reto a una sociedad carcomida por las apariencias, los prejuicios,  la estupidez, la pantalla  y los acomodamientos.

Si moraba en un tonel, lo hacia contra aquéllos que llenaban de supèrfluos lujos sus mansiones, mientras la miseria ladraba fuera, en contraste con la epulónica francachela.

Si vestía harapos,, lo hacia para echar en cara a los “dandies” de esos tiempos, su afeminamiento y espíritu proclive a la molicíe y la vanidad, y porque   deseaba contrastar con la falsedad de quienes sólo vivían pendientes del cuerpo, mientras dejaban en las som­bras la “'nada” su espíritu.

En síntesis, me mostraba “cinico', para espanto de los mismos perros, en cuanto retador de una nefasta realidad, a diferencia de los cinicos de hoy, que no son sino crapulosos desvergonzados, coparticipes descarados de la degradación, sin sensibilidad a la critica justa e indiferentes a la voz de la Historia.

Mi cinismo era de antítesis con una realidad social y política digna de un repudio esencial. El cinismo de hoy no es de antítesis, sino de fusión con la parte más negra y podrida del sistema.

Yo era un “perro” rebelde y socialmente hidrofóbico. Los cinicos de hoy no son sino cerdos que se complacen en su compatibilidad ontológica con la inmundicia que les es consubstancial.

Mi cinismo era desafío. El cinismo de hoy es complacencia.

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