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domingo, 28 de diciembre de 2014

MEMORIAS DE DIÒGENES. HIPPIES RATARDATARIOS.



HIPPIES RETARDATARIOS

Aguardè a los Siete  Sabios en el “Terminal Internacional de Autobuses de Atenas”, que no era sino un pozo de humo, miasmas y pestilencias.
Pude ubicarlos en medio del gentìo, debido al tufillo filosófico, derivado, no tanto de presuntos encumbramientos del logos, como de las poses, que suelen ser muy propias de esta clase de menesterosos.
Parecìan fantasmas salidos de la misma botella y se destacaban por la vestimenta. Causaba extrañeza su  modo de vestir.  No era frecuente ya, en aquellos tiempos de hippismo su­perado, ver hombres de figura patriarcal, de calvas relumbrantes, como escapados del Museo de los Filósofos, vestidos con sólo dos varas de sábanas, un cuarto de pecho descubierto, las canillas asomándose porfiadamente y los brazos a la intemperie, pero, sobre todo, con sandalias muy poco aptas para pisar mierdas, saltar charcos y resbalarse por toboganes de laderas malolientes.

El contraste de los Sabios comenzaba por mí, ajeno a esa clase de ropas desde que, al abandonar el tonel, hube de someterme a un baño de purificación espiritual, momento que aproveché para meter fuego a los costales que me habían protegido del frío du­rante tantos milenios de silencio. Al retornar a la ciudad de Atenas me aprovisionè de un par de pantalones de kaki  y de un pesado par de botas arrojadas por algún nuevo-rico de la politiparla en  un basurero ministerial,  donde todavía pastaban unas cuantas vacas gordas. Por esto, yo sí podía saltar barriales sin lanzar picones y pisar las esteras de basura que una miseria mal llevada confundía con la dejadez y el desaseo.





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