DE "LAS MEMORIAS DE DIÒGENES": AVENTOKLES Y LA PILDORA EFERVESCENTE.
AVENTOKLES Y LA PÌLDORA EFERVESCENTE.
Cada
vez que recuerdo al siempre solemne profesor Aventokles, no puedo menos que
pensar en el grandísimo
esfuerzo
que hacen los hombres mediocres cuando adoptan aquellas poses -¿risibles o ridículas?- de espetamiento
y orondez, aun para las cosas más simples y comunes de la vida. Como caminar,
hablar, reir, saludar o comer. Es que les resulta absolutamente inevitable
darse aires de “importancia” que deben mantener mientras estàn en público, lo
que les ocupa todas las horas de un dìa de tensión infinita. Seguramente llegan
agotados a casa, después de una larga jornada de aventada “importancia”.
Asì
pues, si alguien merece compasión es el
mediocre. Pero también es digno de admiración. Porque no deja de ser portentoso
que, como una guerra entre “el norte” y “el sur”, pueda andar espetado y fruncido al mismo tiempo, lo cual
es contradictorio.
He llegado
a entender que el mediocre recurre a medios artificiales para obtener aquella
figura de globo: esa prótesis es “el paraguas protocolar” que todas las
mañanas, poco antes de irse a la calle, se traga en forma de píldora
efervescente. Y así, se presenta en público, con el paraguas expandido en su
interior y con la figura de una “sota” escapada de algún juego de barajas.
Por la
noche expulsarà el paraguas, cuando ingiera la píldora colagoga que, por cierto, a veces no funciona. Y a ello
se deben tantas muertes secretamente misteriosas. ¿O es que acaso no han oído
decir ustedes que el eminente don fulano o el ilustre doctor mengano murieron
“por causa desconocida”? Es que los médicos ocultan que el sujeto murió porque el gancho del
paraguas protocolar se le quedó engarzado en el
píloro. Por eso, cuando veo gente “muy importante”, muy oronda, tiesa,
aventada y sabionda, elevo mis oraciones a los dioses, compadeciéndola como se compadece a las
personas que están muriendo, sin saberlo, de muerte vergonzosa...
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