MEMORIAS
DE DIÓGENES
EL
VISITANTE CON PIANO Y COLA
Recibí una visita
totalmente inesperada, de un sujeto a quien no veía desde nuestros tiempos de
estudiante. Se había refinado, cumpliendo su cometido de encaminarse algún día
a la primera magistratura. Yo recordaba cómo, esponjándose como un sapo, sólía decirnos “me estoy preparando para ser
presidente de la República”.
También había seguido
el curso de la obesidad, cuya semilla ya demostraba poseer en aquellos años. Ahora
casi reventaba debido a las grasas acumuladas y temblorosas. Apenas le ví, mi
saludo fue “!Caramba! Bien se ve que estás ensayando tu mandato presidencial.
Con tu gordura haces honor a la imagen de una gestión presidencial próspera y
patriótica...”
Me manifestó, en síntesis, que pensaba crear un
partido político, a cuya integración me invitaba, con la seguridad de que
ocuparía algún Ministerio de mi preferencia. ¡Así saldrás de esta penuria, y
podrás reemplazar este deplorable tonel por quintas, yates y otros ideales más...
Para aventarlo cuanto antes de mi presencia, le dije:
Yo no creo en los políticos. En ninguno. Porque
el que se mete a politico y permanece en esa letrina, es porque tiene sus
debilidades, y si no le falla una tecla, le falla otra, la siguiente o la de más allá....hasta que le tocan “la que
es”. Entonces se entrega...Por eso cuando de alguien se dice que es “buen político”, no cabe
otra conclusión sino la de que no es político bueno.
No hay quien sea al mismo tiempo buen político y
político bueno. O es buen político porque tiene habilidad para las artimañas,
sin condición ni límite; o es político bueno, porque tiene consciencia moral. En
el primer caso, permanece en el charco
político, a todo dar, dispuesto a todo. En el segundo caso, tiene que salirse a
tiempo, antes de que le toquen la tecla débil, y si
se deja tocar la tecla débil, le tocan el piano completo...hasta el piano de la
cola...
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