LA
LEVITACIÓN DE PERIANDRO
Como la sabiduría también
debe ser fuerte, y persistente refugio contra el mal tiempo, nos dimos a
filosofar. Esto llamó la atención del vecindario, porque Periandro tuvo la
ocurrencia de meditar en el corral, donde, al cabo de cierto tiempo de pensar
profundo padedeció levitación, que le
subió hacia los cielos como tomado de los cabellos -que, por cierto, no eran
muchos-. Y subió, subió, como globo hecho de sábanas. Menos mal se enredó en
unas cuerdas que una corpulenta vecina utilizaba para ventilar sus jamuguetas y secar sus guardacopones.
Por poco, pues, perdemos a
Periandro por causa de los humos filosóficos, aunque no hubiera sido el primero
en perderse en esos laberintos de la evasión. Por suerte, pudimos rescatarlo
con un garfio.... Después supimos que pensaba fugarse a un lugar desconocido,
sólo para librarse de “la Misión Zeus”. Menos mal para él que no lo hizo,
porque las deserciones contra el Olimpo jamás son perdonadas.
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