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viernes, 13 de febrero de 2015

PÀNFILUS PENDEXUS. DIÒGENES DE SONOPEYUS



PANFILUS PENDEXUS. DIÒGENES SINOPEYUS

PÀNFILO, EL HOMBRE QUE NO TUVO PASADO

Pànfilo, el que inventò eso de “vivir sòlo e intensamente el presente”, olvidò dònde dejó los guachicones, y no quiso realizar esfuerzo alguno por ubicarlos, porque buscarlos  tan sòlo un instante después de sacàrselos, “ya era pasado”, y su consciencia le imponía ir olvidando, como quien reza un rosario, cada cuenta que pasaba de la camándula mental.

Asì, pues, se acostò a vivir el presente con la almohada, y eso porque la sentía bajo la nuca en ese instante. Era de plumas y se imaginò estar contándolas una a una en un presente que le pareció eterno, sòlo que interrumpido por la idea de que pluma contada, pluma perdida para siempre pues caìa en el pozo inútil de la nada…
Cansado de contar plumas, pasò a prestar atención  a la realidad que lo rodeaba: las paredes, pintadas de blanco expresamente, para que brillaran en la semioscuridad recordando el ahora; y el techo, de donde pendìa el ventilador inservible y que asì se quedarìa para siempre porque mandarlo arreglar implicaba futuro. Ni siquiera quitarle el polvo, porque este polvo se había venido acumulando sobre las aspas desde dos años atrás, lo que era pretèrito.

Ah. Tambièn se concentrò en los dedos de los pies, que  le sobresalìan como un abanico de uñones entre las medias rotas, de las que también se había olvidado. Recortarse las uñas y remendar las medias, eran pasado creciente, y eso iba contra el desarrollo espiritual.

Centrò la atenciòn en  el goteo del grifo de la cocina que resonaba en el silencio y que jamàs sería arreglado porque en ese instante no podría venir el plomero;  y en el ruido de los pipotes de la basura que a esa hora hacían entrechocar los señores del aseo urbano y que deberían dejar allì para siempre, porque trasladar los desechos al relleno sanitario sería cosa del dìa siguiente, y estaba vedado pensar en el mañana.

Finalmente atendiò con ànimo edificante a los ronquidos de la mujer, que yacìa a su lado, esclava como èl al imperio del aquí y del ahora, pues había sido la primera en adoptar la novelerìa desde que vio un programa por televisiòn.

Desechò la realidad de que su madre estaba enferma, al otro costado de la ciudad, porque la enfermedad era de vieja data, un asma de  quince años atrás, y eso era pasado. La ley espiritual le permitìa combatir las enfermedades surgidas en el momento, apenas nacieran, y le ordenaba olvidarse de las viejas dolencias, y èl no querìa pecar contra las leyes del tiempo.

Y porque eso era pasado, no quiso recordar el nombre de la medicina que debió haberle conseguido a la madre en la farmacia, ubicada  en la planta baja. Ademàs, ir del piso tres al nivel de la calle, a comprar el medicamento, ya sería futuro, aunque se tratase de apenas unos minutos.

Sintiò cuando la esposa despertó, interrumpiendo la secuencia de la meditaciòn.  Hubiese querido informarle que la directora del colegio lo había llamado por teléfono para darle un mensaje muy urgente respecto a uno de los niños, pero no lo hizo porque eso ya era cosa del pasado. Ademàs la gestión era para realizarla al dìa siguiente, cosa del futuro. Y el ayer y el mañana les estaban prohibidos.

Se concentrò como una momia y rechazò la idea de deudas y compromisos, todos realizables en el futuro. Por eso fue sorprendido por el hecho de que le cortaron el servicio de luz, de agua y de gas, pues había decidido olvidar las deudas contraídas en el pasado. Tambièn lo sorprendió el juez cuando fue a practicar el embargo de los bienes por falta de pago, y etc.etc…

Lo despidieron del trabajo porque decidió olvidar los conocimientos que había adquirido en la Universidad en cinco años de estudio. ¿Para què recordarlos, si eso ya era pan comido y digerido? Tenìa que resolver los problemas profesionales sobre la marcha, no apoyándose en las bagatelas e inutilidades del pasado, que no dejaban nada bueno y que, por el contrario, atentaban contra el desarrollo metafìsico. Ah. Tampoco debía operar en atención al futuro, lo cual  se sumò a la causa del despido, pues en su oficina se empecinò en planificar, como los malos gobernantes y los pèsimos administradores, para el instante presente, lo cual no daba buenos resultados.

Cuando fue a reclamar el pago de sus derechos laborales, la consultorìa jurídica recomendó que no se le pagaran, pues habían sido causados en el pasado, contando los treinta años de servicio desde el instante anterior al dìa del despido.

El abogado tomò a Pànfilus por las barbas, lo recostò de una pared como una mariposa y le espetò con voz clara y tiempo presente, este discurso:
“Pànfilus, pasado es pasado, futuro es futuro, y presente es su idiotez. Esas meditaciones suyas lo que han logrado es embobarlo. El tiempo es plenitud, y està constituido por a, b y c, es decir, por el pasado, por el presente y por el futuro, y sin eso no hay abecedario. Y déjeme decirle algo màs: es imposible vivir exactamente el presente, porque el tiempo està formado por instantes, tan breves, tan breves, que usted no tiene extensión suficiente de presente, y no puede detener el tiempo. Cada instante se vuelve pasado velozmente sin que usted pueda evitarlo. Y un ejemplo: en el Evangelio se lee que Jesùs dijo a los apóstoles; “uno de ustedes me entregarà”, con lo cual estaba pensando en el futuro, con bastante preocupación, por cierto. ¿Y cuando dijo que el Hijo de Dios vendrà a juzgar a la humanidad y colocarà a las ovejas a la derecha y los chivos a la izquierda, ¿no se estaba refiriendo al futuro, a un futuro muy incierto? ¿Y cuando dijo a la Madre, en las bodas de Canaàn, “mujer, aùn no ha llegado de mi hora”?
 Asì, pues, Pànfilus, déjate de pendejadas, que vas a perder la familia y a tì mismo por esas idioteces. En cuanto a tu mujer, date cuenta de su treta: te emboba con eso de vivir sòlo el presente para dejar la casa llena de basura. Con ese pretexto, ni  siquiera lava los platos. Tampoco te hace de comer porque la carne, las verduras y lo demás, fue comprado el dìa anterior, y eso no puede ser para un metafísico: tiene que comprar los alimentos y tragárselos de una vez, velozmente, para que no se le escape el instante… He dicho, rèquete Pànfilus”.


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