Translate

martes, 24 de febrero de 2015

MEMORIAS DE DIÒGENES. LOS APUROS DE CLEÒBULO Y LA FURIA DE QUILÒN


LOS APUROS DE CLEÒBULO Y LA FURIA DE QUILÒN

-¡Qué hueso duro es esta gente –dijo Pítacos- Ya se han cumplido seis meses y todavía no se nos acepta del todo aquí en el barrio.

Asì fue. Hubo seria resistencia en contra nuestra, aunque paulatinamente fueron considerándonos casi de los suyos, a medida que íbamos soportando el aguacero de la miseria. Hasta se contentaban cuando sabían que estábamos siendo atormentados por la necesidad. La necesidad es el vínculo que une a las masas lumpenproletarias en un mutuo contentamiento por el mal ajeno. No es un vínculo lógico, humano, de conciencia en el dolor, que se eleve hasta racionali­zarse positivamente por una acción reivindicativa.

Sea como sea, se fueron acercando. Sin embargo, apenas salía  al barranco trasero  alguno de nosotros a cubrir “una de las necesidades más necesitadas en esta necesitadera”, le caía una avalancha de piedras y de gritos procaces. Una tarde  Cleòbulo  tuvo que levantarse apresuradamente de donde estaba en cuclillas  y acomodarse los jitones a manotazos, mientras gritaba como un  megáfono:
-¡Este es el colmo, carajo! En los barrios miserables ni siquiera los filósofos  pueden  cagar tranquilos.

Cuando alguno de nosotros salía al callejón, los muchachos le hacían objeto de chistes obscenos, burlas, y piedras, aupados por los adultos, quienes así daban cumplimiento a su innata vocación pedagógica.

-¡Así tratan a la sabiduría estos requetecoños!-gritó Qui­lón un día, mientras estuvo a punto de sacudir a un zagaletón contra una roca. No lo hizo porque Tales intervino a tiempo, diciendo
-No es de sabios perder los estribillos. La sabiduría es intrínsecamente tolerante-.
Por cierto, habría de mandar de bruces  tan elevados supuestos cuando los malandros lo metieron  de cabeza en una fosa llena de inmundicias, para celebrar el carnaval.





0 comentarios: