EL DICCIONARIO DE DIÒGENES
EL OLFATO POLÌTICO
OLFATO POLÌTICO.
Utilidad
y resultado de las dilatadas narices con
las que el Diablo dotò a esos especímenes llamados polìticos. Estas narices pueden ser
de longitud màs que pinochesca, por lo
que su dueño se apresura a reemplazarla por una nariz de apariencia decente,
sin abandonar el largo perfil, siempre necesario. Pero, no obstante las
rinoplastias màs refinadas y costosas, para lo cual les sobra dinero, la nariz
etèrica permanece por siempre y hace de las suyas mejor aun que si estuviese la longaniza física, porque
ahora cuenta con la ventaja de las incursiones invisibles y ubicuas. Porque,
después de que el bondadoso bisturí decapita lo sobrante, la nariz invisible
centuplica su poder entromitente y husmeador, con el añadido de que se
ramifica, tomando cada segmento hacia lugares convenientes, donde el interés
del político se vivifica. Ello les hace posible incursionar hasta en las
alcobas de los contrincantes e incluso captar olores extraplanetarios.
Asì,
pues, aunque el olfato y el tacto político suelen trabajar unidos, no pocas veces el olfato se adelanta haciendo
proyecciones y cálculos, financieros o
no, hendiendo hasta los rincones màs
remotos, para captarlo todo, para preverlo todo. De manera que cuando el tacto
político llega, lo hace sobreseguro, porque el olfato le ha remitido los datos
con la debida anticipación.
Debido
a las ventajas del matrimonio olfato-y-tacto político, los polìticos jamàs
quisieran desprenderse de estos recursos extraordinarios, pues ellos otorgan mayor
valor pràctico a las consideraciones pecuniarias y bursátiles, que a los
propios títulos universitarios y menos aun a las incòmodas exigencias de “los tales
valores èticos”, que el modesto maestro Maquiavelo tanto despreciaba.
Ellos
tienen muy presente la frase de ese maestro : “Si quieres ser un político Aalfa1,
los interiores cagados, a la lavanderìa. Las quisquillosidades de la Moral, al estercolero”.
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