ARQUITECTURA
DE UN RANCHO PELASGO
No me
molestaría en describir la estructura del rancho, si no fuese porque en Grecia
abundan quienes no los conocen o quienes se hacen los desentendidos.
Es
conveniente que nuestros conciudadanos, sobre todo si habitan covachas
similares, capten la descripción en todos sus detalles, para que se encuentren
en condiciones de elaborar títulos de propiedad.
Las
presuntas paredes, prontas a rendirse
aun a la brisa màs apacible, eran de tablas, latas y cartones, que formaban un collage digno
de ultraístas. Un cuarto de rostro del pachá
Reza Palevi; un segmento de las “petacas” de “la Bomba de Puerto Rico”;
el panorama de la megalópolis de Persia; y afiches de la Constitución de
Grecia, donde se destacaban los
artículos de los derechos sociales,
y aquello de “una vivienda cómoda e
higiénica”.
En cuanto
al techo, latas, bolsas de polietileno, tendidos de palma, restos de asbesto y algunos trozos de chatarra.
El
interior era un tanto más digno de mirar: un solo ambiente, donde “todo estaba a la mano”: se departía, se
defecaba sin largos viajes y se dormía en familiar apretujamiento. Sala
múltiple de espectáculos sexuales de los padres para con los hijos, en
lecciones de amor apresurado y con hambre. Latas que hubiesen querido ser
ollas. Ollas que hubiesen preferido ser latas. Algunos catres sobrantes de las
guerras médicas, y una que otra hamaca sustraídas del museo de “Los
Beneméritos”.
Nos
acomodamos lo mejor que pudimos, para tratar de dormir siquiera como gallinas en desamparo.
Cuando nos
disponíamos a conciliar el sueño, una lluvia de piedras cayó sobre el techo,
armando un escándalo tal, que nos hizo recordar la Guerra de Troya: era que
nuestros prójimos nos daban la bienvenida en aquella su “política de buena
vecindad”.
Después,
apenas comenzaba el semisílencio, hubo gritos de muerte o desesperación,
vivas, mueras, peleas a machete, disparos, derribar de puertas, bajas contra el
rey y muchas otras expresiones de alegría popular.
De esta
manera, que sería el pedernal de toda las noches, amenizamos el sueño.
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