miércoles, 21 de mayo de 2014
lunes, 19 de mayo de 2014
TU FOTO EN MI CELULAR. Juan Josè Bocaranda E
5:28
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TU FOTO EN MI CELULAR Juan Josè Bocaranda E
Te guardo en mí, en mi alma,
en mi corazón,
en mi pensamiento,
pero también te guardo
en mi bolsillo,
donde llevo el celular.
Voy a encender el aparato para enviarte
un mensaje
de texto,
con la idea de escribirte algunas cosas
como el más cursi
de los cursis.
Pulso la primera tecla
y se desencadena,
relinchando como un loco
el poderoso minotauro
de luces
que deambula
en el silencio del laberinto electrónico
que sólo los inteligentes como Ariadna
conocen y dominan
conducidos
por un ovillo de oro.
Salta el torete enfurecido,
fogonea,
se contorsiona desafiante,
rastrilla contra el muro los recachos,
saca chispas y humo,
crepita,
enfila contra mí,
y cuando parece estar a punto
de clavarme por los ojos
los picachos,
se transforma enternecido no sé por qué fuerza
misteriosa
y comienza a repartir besos
de toro enamorado
y a salpicar flores y rosas,
y cede paso a la portada
que aparece de pronto
como al impulso
de un resorte perdido.
Y, ahí, frente a mí,
surge tu foto luminosa, con tu sonrisa
permanente. Y convocas mi alegría
y eso para mí
es más que suficiente.
Con eso paso alimentado el día.
(No te digo de amor otras cosillas
porque se quedó sin saldo esta vainilla).
sábado, 10 de mayo de 2014
LA MUERTE DEL ABERRANTE. Juan Josè Bocaranda E
5:36
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LA MUERTE DEL ABERRANTE
Juan Josè Bocaranda
E
Una de dos:
la Verdad da vida o mata. Jamàs se queda inactiva.
Conviene traer a la memoria
al prototipo de los gobernantes abyectos, que odian la verdad, la arrastran y
la envilecen: Poncio Pilatos, protagonista negro de la Semana Santa…
El error es algo que puede
cometerse aun con la mayor buena fe. Por
ejemplo, la madre que, queriendo salvar la vida del hijo, le suministra un
medicamento que lo mata. Por el contrario, la aberración no tiene excusa. La
aberración y la buena fe son absolutamente excluyentes. “El error – dice
Barcia- es falibilidad, la aberraciòn es
casi apostasía. El error se equivoca; la aberración quiere equivocarse”. La
aberración reniega, abomina, detesta, blasfema.
Como lo hace el que se jacta
y deleita en pisotear la verdad evidente
y en asesinarla con la mayor vileza y a
plena consciencia. Quien perpetra aberración perpetra un crimen de lesa
verdad que gira en el ámbito de la
locura moral…Nadie puede invocar a su favor la aberración ni aun apelando a sus
“principios”, porque por encima de todos
los principios prevalecen los de la Ley Moral…
La aberración de Pilatos
llegó al colmo porque estuvo en presencia del Gran Inocente y, sin embargo lo entregò a sus enemigos, creyendo con
cìnica actitud que lavándose las manos quedaba libre del reclamo moral de la
conciencia. Y cayò en tal abismo de desprecio a la verdad, que habiendo dicho a los judíos que no encontraba
que el Nazarareno fuera culpable, ni
siquiera quiso escuchar a su esposa cuando le aconsejò: “Cuídate, Pilatos, de
lo que hagas. No toques a este hombre de Galilea. Es un hombre santo. Si azotas
a este hombre, azotas al hijo de Dios”.
Ahora bien, ¿còmo murió ese
gran símbolo de la vileza? Segùn el “Evangelio de la muerte de Pilatos”,
sucedió asì: . Pilatos, por orden de Tiberio, fue preso y
conducido a Roma. El César se llenó de
furor contra él, y ordenò que lo llevaran a su presencia. Pilatos había traido
consigo la tùnica de Jesùs. Apenas el
emperador lo vio se apaciguò toda su cólera, y se levantó al verlo, y no le
dirigió ninguna palabra dura y aunque en su ausencia se había mostrado terrible y lleno de ira, en su
presencia sòlo mostrò dulzura. Cuando se lo hubieron llevado, de nuevo se
enfureció contra él de un modo espantoso, diciendo que era muy desgraciado por
no haber podido mostrarle la cólera que llenaba su corazón. Y lo hizo otra vez
llamar, jurando que merecía la muerte por no haber evitado la de Jesùs. Y,
cuando volvió a verlo, lo saludó, y desapareció toda su cólera. Y todos los
presentes se asombraban, y también el emperador, de estar tan irritado contra
Pilatos cuando salía, y de no poder
decirle nada amenazador cuando estaba ante él. Al fin, cediendo a un impulso
divino, o acaso por consejo de algún cristiano, le hizo quitar la túnica, y al
momento se sintió lleno de cólera contra Pilatos. Y, sorprendiéndole mucho al emperador todas
estas cosas, se le dijo que aquella tùnica había sido del Señor Jesùs.
El emperador
ordenó tener preso a Pilatos y pocos días màs tarde se dictó una sentencia que
lo condenaba a a una muerte muy ignominiosa. Pilatos, sabiéndolo, se mató con
su propio cuchillo. Al saberlo, el Cèsar
dijo: ha muerto de muerte muy
ignominiosa, pues ni su propio cuchillo lo ha perdonado. El cuerpo de Pilatos,
sujeto a una gran rueda de molino, fue lanzado
al Tiber. Y los espíritus malos e
impuros, gozándose en aquel cuerpo impuro y malo, se agitaban en el agua, y
producían tempestades y truenos, y
grandes trastornos en los aires, con lo que todo el pueblo era presa de pavor.
Los romanos retiraron del Tíber el cadàver de Pilatos, y lo llevaron a Vienne y
lo arrojaron al Ródano. Y los espíritus
malignos, reunidos en caterva, continuaron haciendo lo que en Roma. Y, no
pudiendo los habitantes soportar el ser así atormentados por los demonios,
alejaron de sí aquel motivo de maldición, y lo hicieron enterrar en el
territorio y en ciudad de Lausana. Y, como los demonios no dejaban de inquietar
a los habitantes, se lo alejó más y se lo arrojó en un estanque rodeado de
montañas, donde, según los relatos, las maquinaciones de los diablos se
manifiestan aún por el burbujear de las aguas”.
Todo gobernante debe comprender que si da muerte a la verdad
o la niega, la tuerce o la oculta, perecerà por la verdad que pretende
asfixiar. Porque la verdad no muere jamàs….
viernes, 2 de mayo de 2014
EL TRABAJO ESCLAVO. Juan Josè Bocaranda E
16:44
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EL
TRABAJADOR ESCLAVO
Juan Josè Bocaranda E
Cuando
niño conocimos a una mujer que dedicò su vida a fabricar alpargatas. Casi
relamiéndose de gusto, realizaba su tarea con el primor de las hadas tejedoras.
Mientras tanto, sonreía y cantaba y a veces interrumpìa el canto con algún
comentario jocoso. Daba verdadero gusto contemplarla. !Còmo se veìa que no
trabajaba como una esclava!
Pero, ¿què tiene que ver todo esto con la
esclavitud? El esclavismo
desapareció cuando lo sustituyò, progresivamente, el feudalismo. Pero, en
concreto, la esclavitud se resistió durante muy largo tiempo. En Venezuela fue
abolida por decreto del presidente Josè Gregorio Monagas, el 24 de marzo de
1854. Y en los Estados Unidos, para todo el país, en 1865. Sin embargo, pese a
tanta alharaca con los Derechos Humanos, se estima que en la actualidad hay
entre 12 y 27 millones de esclavos, principalmente por causa de deudas, sobre
todo en el Sur de Asia, y debido a la trata de mujeres y niños.
Ahora
bien, no es nuestro propósito referirnos a la esclavitud como sumisión en manos
de otro. Màs bien nos referiremos, hoy, a una clase especial de esclavitud,
como lo es aquèlla que nos imponemos a nosotros mismos al influjo de una
mentalidad negativa, que genera lo que deberíamos llamar “auto-esclavitud”.
En la
auto-esclavitud no hay amos y esclavos, cómitres y forzados, látigos y
laceraciones infligidas por personas ajenas a nuestra propia voluntad. Esta
clase especial de esclavitud es el trabajo, el oficio, el empleo, el cargo, la
profesiòn mal apreciados, cuando constituyen para nosotros una carga ingente y
forzosa que debemos soportar todos los días y que implica levantarnos con
sueño, con disgusto y desgano, para salir a toda prisa al lugar de
trabajo, donde pasaremos todo el dìa, y regresar a casa, màs de 8 horas
después, trayendo la idea de esa
esclavitud y que allì se expresa en malestar y discusiones y hasta en horrorosas pesadillas. Esa esclavitud nos
consume las 24 horas del dìa y copa nuestras semanas, nuestros meses y nuestros
años, doblegàndonos, envejeciéndonos, debilitándonos y hasta atrayéndonos
enfermedades, agobiados por el mal humor. Todo porque realizamos nuestra labor
a desgano. Porque no estamos a gusto con ella. Porque no la amamos. En
síntesis, porque odiamos nuestro trabajo. Porque en vez de constituir motivo de
alegría, de satisfacción, de agrado, es un peso que, si no fuese por la familia
y por que necesitamos subsistir, arrojaríamos muy lejos.
Miràndolo
bien, entonces, el número de esclavos en el mundo de hoy, (sumando esclavitud y
auto-esclavitud) es escandaloso, y a esto se debe, en gran parte, que la Humanidad sea infeliz.
Para
contrarrestar la auto-esclavitud no son
suficientes ni las Leyes del Trabajo, ni los Dìas del Trabajador, ni los discursos del 1º. de Mayo. Porque lo
fundamental es lo que va dentro de nosotros, en nuestro espíritu, en nuestra
mente, en nuestro corazòn. Realizar un trabajo “forzado”, no sòlo constituye
una esclavitud que nos imponemos a nosotros mismos, sino también un acto
contìnuo de inmoralidad porque estamos ocupando un puesto que no merecemos y
que podría realizar otro en forma màs positiva y con mejores resultados. Tiene
razón Gibran Khalil: “si no puedes
trabajar con amor sino con desgana, mejor será que abandones el trabajo y te
sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con
alegría”.
Deberìamos
imitar a la fabricante de alpargatas: tornar agradable el trabajo, disfrutando
no tanto del logro como del proceso. No tanto de las alpargatas
fabricadas como del tiempo invertido en la fabricación, con alegría.
La
productividad de un país no depende del monto de las remuneraciones sino del
espíritu y del amor a la tarea que
estamos realizando, y de la mentalidad
con la que la asumamos, en la ciudad o en el campo, en la fàbrica o en la
oficina, en el laboratorio o en el taller, en la industria o en la artesanìa,
en el comercio o en las escuelas o universidades….No hay peor esclavitud que la
que nos imponemos a nosotros mismos…
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