SIMPLICIO, EL FILÒSOFO DE LA VIDA MUERTA
¡A SOLTAR A LOS SAMUROS!
Cuàn sana serìa hoy la Humanidad si le enseñasen a
gritar, a expresarse y a soltar los samuros de la llamada coprolalia.
Algunos médicos suficientemente atrevidos y
valientes, deberían irse al campo y, allì, en la tranquilidad y en sitio adecuado, en medio de
àrboles y flores y refrescado por
hermosas corrientes y caídas de agua, construir “clìnicas para gritar”. “Ululatorios
campestres”, para la gente que desee curarse, gritando hasta donde les
alcancen las ganas, arrojando “los buitres” al aire, a los cuatro vientos,
cantando lo que y como les dè la gana, saltando como canguros y haciendo “como
todos los animales” cuando se expresan según su especie: bramando, bufando, relinchando,
balando, graznando, aullando, cacareando, cantando como los gallos, como los
canarios, como las lechuzas. Hacer como todos los animales, menos el burro,
pues los rebuznos son patrimonio
exclusivo de los gobernantes...
Seguramente de allì regresarìan sanos, livianos,
depurados de tanta basura interior, libres de las enfermedades del alma y dispuestos al amor por la vida.
Tambièn yo quisiera ulular, gritar y hacer como
todos los animales. Pero, como no tengo otro lugar sino la calle, seguro me
arrastran a la cárcel, donde me pondrè peor pues no podrè filosofar como lo
hago en los basureros con mi filosofía de la vida muerta.